EL RICINO

Todos reconocemos inmediatamente a esta curiosa planta, originaria de las tierras cálidas de Etiopía pero rápidamente extendida por todo el mundo, en algunos lugares como especie invasora.
Aparte de su importancia económica, debida a los multiusos del famoso aceite de ricino (aplicaciones médicas, como purgante principalmente, e industriales), el ricino se le cultiva frecuentemente por su belleza, dando al jardín un toque tropical con sus hojas.
En el Parque Fluvial del Besós, en Barcelona, se pueden encontrar ejemplares preciosos, todos ellos silvestres, o mejor naturalizados en estas tierras fértiles y bien drenadas del Parque.

Aunque el género Ricinus es monotípico, es evidente que existe una fuerte variabilidad en sus caracteres, lo que posibilita que existan muchas variedades de esta planta.
El primer elemento que vamos a analizar es la hoja.
La hoja del ricino es más bien grande, palmeada, con lóbulos claramente definidos que están dentados por los lados. Esos lóbulos, sin embargo, pueden tener forma oblonga, o bien elíptica, tal como se aprecia en las siguientes fotos:
Hoja de nervadura rojiza, con lóbulos en forma oblonga
Esta hoja, en cambio, tiene la nervadura verde claro, y los lóbulos son más anchos, de forma elíptica.

En muchas de las variedades de ricino, el color de la nervadura es el mismo que el del tallo, de manera que un ricino de tallo verde claro presentará la nervadura de las hojas de ese mismo color, tal como pasa en las variedades AGF-6 y Blue Giant.